martes, 21 de agosto de 2012

Cenital / Emilio Bueso

Este NO es un libro divertido.

Hace unos años se hablaba de novelas post-apocalípticas; ahora parece que el palabro de moda es "colapso". Por ejemplo, llevan decenios avisándonos de que la Seguridad Social acabará colapsando (quebrando); esto no será el fin del mundo, simplemente será un desastre sin precedentes. ¿Pero qué hacemos nosotros al respecto? Discutir sobre si la culpa será del PP o del PSOE, como si así pudiésemos domeñar fuerzas demográficas irresistibles.

Desde la crisis de los años 70 se nos viene diciendo que la civilización lo tendrá crudo cuando se acabe el crudo. ¿Qué hemos hecho sobre el fin del petróleo?

En Cenital aparece un líder profético, Destral, que hace algo a pequeña escala. Observa que nuestra economía no es sostenible, en particular depende demasiado del petróleo, y, aunque no puede saber muy bien qué ocurrirá ni cuándo, llega a la conclusión de que las cosas no podrán seguir así, y que lo más probable es que evolucionen hacia el lado malo. Así que organiza una ecoaldea donde poder sobrevivir sin necesitar del mundo exterior. Y efectivamente, cuando la humanidad acaba de quemar sus recursos y la cosa se pone fea de verdad (el canibalismo es sólo un paso en el descenso a los infiernos), su pequeña población fuertemente armada parece tener todos los boletos para salir adelante.

La trama de Cenital no importa demasiado; es la historia de un intento de saqueo reminiscente de Mad Max, que en realidad es una excusa para explicarnos cómo funciona la ecoaldea y presentarnos a una serie de personajes. En concreto, la principal ocupación y preocupación de la ecoaldea es la próxima burbuja, una explosión de población causada por la falta de condones.

En Cenital el mundo colapsa en 2014, demasiado cerca de nosotros. Esto le resta credibilidad, pero por otra parte hace que sus personajes sean mileuristas que se hipotecaron, promotores inmobiliarios que ganaron y perdieron fortunas, activistas del 15-M, especuladores, y otra fauna contemporánea. En otras novelas parecidas, los personajes son unos tipos raros de un siglo raro que viven en una sociedad rara con problemas raros y visten de forma rara, y que tienen la rara idea de que sus antepasados cometieron un gran error pero que ellos no tienen la culpa y han aprendido y son mejores. En Cenital, no; los personajes de Cenital somos nosotros mismos desengañados, después de darnos cuenta de que fuimos unos simples y que no vendrá un Hada Renovable a resolvernos el problema energético. En Cenital la gente piensa cosas como "fuimos unos memos y mira la que montamos", "lo vi venir y me construí un refugio", o "fue correcto saquear el planeta antes, y ahora lo seguiré saqueando mientras quede un grano de trigo que robar."

El libro tiene un cierto aire proselitista, se nota que Destral quiere convencer a sus seguidores y al lector, y está repleto de citas lapidarias sobre la insostenibilidad de nuestra economía. Explica cosas como el pico del petróleo, las limitaciones de las energías renovables, y nos convence de que "comemos petróleo": ¿sabía usted que para pescar un kilo de peces nuestra sociedad gasta más de un litro de combustible?

En resumen, es una buena novela de ciencia ficción, bien documentada y que da qué pensar. Además es muy entretenida y cuesta dejar de leerla; como en sus anteriores libros, Noche Cerrada y Diástole, Emilio Bueso consigue dosificar la información que va dando de forma que siempre tienes que leer el capítulo siguiente.

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